Octubre se le encogía por los hombros,
y entre beso, y beso, los labios.
Entonces empezaba a llover,
y se ponía su vestido azul turquesa.
- Con flores – se decía, – y largo, muy primaveral -.
Claro, qué a quién no le iba a gustar la primavera en octubre. Y en octubre la primavera.
A ella, por entonces, el pelo se le enredaba con las penas,
y sus pasos con el tiempo.
La risa con la vida, y las palabras con el viento.
Y cuando llovía, vivía.
En cuanto a la vida, hacía malabares con su sonrisa. Él no era un remilgado en eso.
“A los dos nos gusta” se decían. “El habernos encontrado”, y sonreían.
Acabo de leerle esto a Brisa. Y ella se ha visto aquí. Y yo también, joder.
ResponderEliminar¿Por dónde nos espías?
Mmmm. Hola. :)
ResponderEliminarTe parecerá extraño que te escriba por aquí, pero..quería hacerlo. Y ha sido curioso entrar , justo en esta entrada, y... ver que Turista Ya te había dicho lo que yo venía a decirte.
Así es, anoche, a altas horas, fue genial tumbarme en mi cama con el teléfono, y escuchar su voz, cantándote. Y fue genial por ambas cosas: por escuchar su voz, y por ser tú a quien me leía.
Me gusta mucho cómo escribes, muchísimo. Y cómo él ya ha dicho... me veo mucho de lo que hay por aquí.
Sí... pensarás que es rarísimo que te escriba para decirte ésto, cuando no nos conocemos, y cuando sólo somos una historia contada por un tercero. Pero hace mucho tiempo me prometí no dejar pasar las cosas bonitas, y tú, eres algo bonito, y no te voy a dejar escapar.
Así que...con tu permiso me seguiré pasando por aquí, para leerte, para sonreir.
Miss.